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NOVELA | La sociedad de los soñadores involuntarios, del angoleño José Eduardo Agualusa

28/02/2019 - 7:00 pm

Cada sueño y cada personaje, cada amanecer, cada viaje, cada disparo, cada palabra es imprescindible para llegar a las, casi, palabras finales. 

Por Irene Muñoz Serrulla

Ciudad de México, 28 de febrero (Culturamas/SinEmbargo).– José Eduardo Agualusa (Angola, 1960), escritor de un buen número de novelas (y alguna obra de teatro y poesía) además de periodista, nos lleva a su país natal para convertirse en interprete de sueños. El protagonista, Deniel Benchimol, de profesión periodista (como el autor) y recién divorciado, comienza a tener sueños con dos personas. Pronto descubre que esas personas son reales. Estas personas de forma esperada e inesperada a la vez se cruzan en su vida y marcan el desarrollo de la trama central, siempre alrededor de los sueños y la vinculación con la vida real.

Con Hossi, una de las personas con las que sueña, compartirá además cuestiones políticas y familiares, pues la hija de Daniel y el sobrino de Hossi son detenidos por protestar contra la dictadura que oscurece el país. Con Moira, la segunda persona con la que sueña irá creciendo un sentimiento de amor. Junto a estas dos historias centrales, se van mezclando las historias de otros muchos personajes (siempre con el nexo de los sueños, y por extensión los temas que le unen a Hossi y Mora). El narrador de la novela nos irá presentando cada personaje de una manera bastante exhaustiva, y en determinados momentos les cederá la palabra para que se conviertan en narradores en primera persona de su crónica. Así conoceremos a su ex mujer, su exsuegro, investigadores, médicos, dictadores, ladrones, militares y una cantidad nada despreciable de personajes que entrelazaran su relato con la aventura de Daniel, construyendo una pequeña tela de araña en la cabeza del lector.

Agualusa se sirve de los diferentes personajes para ofrecer opiniones y reflexiones de temas no banales: política, sociedad, filosofía, ética… dejando que estas cavilaciones conformen la descripción del carácter de cada personaje. El guerrillero e inconformista Hossi, pero que a la vez piensa en el amor perdido cada día; la pragmática Moira llena de ternura y deseosa de vivir experiencias que la permitan desarrollar su profesión y ella misma como persona independiente; la idealista Karinguiri, hija de Daniel; el autoritario ex suegro; etc.

Y entre toda la narración en torno a los sueños, con pinceladas políticas y sociales, subyace la situación de Angola; la lucha por un futuro mejor que parece que se logra al final de la novela, pero siempre dejando en el aire si lo conseguido por la lucha de unos pocos supondrá realmente una mejora para todo un país. ¿Quién sabe? Como tampoco es fácil saber qué patrón de interpretación sigue a la hora de analizar los sueños e involucrarlos en la «trama insomne»; desde luego no se trata de un juego de pares sí/no, gano/pierdo, blanco/negro, amor/odio… toda la trama se desenvuelve en una normalidad literaria pero no en una normalidad científica. El sentido que se va encontrando a cada sueño, el papel que desempeña cada soñador y cada soñado, los mensajes que cada sueño contiene, todo es parte fundamental del avance del argumento. Cada sueño y cada personaje, cada amanecer, cada viaje, cada disparo, cada palabra es imprescindible para llegar a las, casi, palabras finales: «… sigue soñando, representando sus propios sueños, y su obra no perdió el poder de la inquietud…».

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